Sorpréndete de la cantidad de cosas que puedes descubrir sobre el cabello.
Pero ¿cuánto sabes sobre el cabello? Ponte a prueba leyendo algunos datos científicos sobre el cabello que hemos seleccionado y que pueden ayudarte a descubrir muchos aspectos -numéricos, estadísticos, fisiológicos e incluso históricos- que quizá desconocías. Porque conocer a fondo nuestro cabello es un primer paso para cuidarlo mejor.
1. Vida media y fases del cabello
El primero de los datos científicos sobre el cabello que hemos seleccionado se refiere a la longevidad. En los hombres, el cabello tiene una vida de entre 2 y 4 años, cifra que se eleva a 5-6 años en el caso de las mujeres. Cada folículo puede presumir de numerosos ciclos de rebrote; en la mayoría de los casos, esto significa que cuando un pelo se cae, el folículo ya está listo para que crezca otro. Existen tres fases principales en la vida del cabello:
- FASE ANÁGENA: Es el momento de formación y crecimiento del cabello. Dura una media de entre 3 y 6 años. En este intervalo, varios factores pueden influir en el crecimiento del cabello: la nutrición, el riego sanguíneo de la zona que rodea el bulbo y el equilibrio psicofísico y hormonal. Los beneficios de una alimentación sana y equilibrada pueden complementarse tomando complementos alimenticios específicos para el cabello, sobre todo en los momentos en los que el cabello está más débil, como durante los cambios estacionales.
- FASE TELÓGENA: es la fase de reposo durante la cual el folículo está completamente inactivo. El pelo está dentro del folículo, sujeto por escasos ligamentos intercelulares que lo mantienen en el cuero cabelludo hasta que comienza la nueva fase Anágena. La telógena dura de 2 a 4 meses. La caída fisiológica del cabello se produce cuando el folículo ya ha producido un nuevo cabello listo para sustituirlo [1,2],
- FASE CATÁGENA: Durante esta fase, el folículo piloso experimenta una transición hacia el reposo. El cabello permanece dentro del folículo, retenido por débiles ligamentos intercelulares en el cuero cabelludo, hasta que comienza la siguiente fase, la Anágena. La fase catágena tiene una duración de aproximadamente 2 a 4 semanas. La caída natural del cabello ocurre cuando el folículo ha generado un nuevo cabello listo para reemplazarlo.
2. La elasticidad del cabello
La estructura del cabello es muy elástica y tiene la capacidad de deformarse y volver a su forma original cuando se somete a una fuerza química o al calor. Hay una pequeña prueba científica que puedes hacer para evaluar la elasticidad de tu cabello. Basta con coger un pelo mojado de varias zonas de la cabeza, sujetarlo fuertemente por la base con una mano y tirar de él hacia fuera con la otra. Si el pelo se estira sin romperse y luego vuelve a su longitud original, tiene una elasticidad normal; si, por el contrario, se rompe o se deforma, tiene poca elasticidad.
3. El color de pelo más común del mundo
Estadísticamente, el color de pelo más común en el mundo es el negro. El rubio sólo representa el 2% [3], y el pelirrojo es el color más raro de todos. Evidentemente, hablamos de coloración natural, no de las infinitas posibilidades de transformación que permite la coloración de última generación, que es mucho más que color, ya que también protege y cuida el cabello.
4. Cabello más largo
Cuando está mojado, nuestro cabello alcanza hasta un 30% más de longitud que cuando está seco. Un fenómeno aún más evidente en los cabellos rizados que, por su conformación, tienden a acortarse aún más cuando están secos, hasta el punto de que algunos peluqueros empiezan a sugerir cortarlos con el cabello completamente seco, precisamente para evaluar mejor la pérdida de mechones y la distribución del volumen.
5. La evolución del homo sapiens
Nuestros antiguos antepasados eran muy diferentes de nosotros. De hecho, estaban cubiertos de pelo y vello por todo el cuerpo. A nosotros -afortunadamente, dados nuestros cánones de belleza- sólo nos quedaba en zonas estratégicas. Pero ¿qué hizo exactamente que los Homo sapiens perdieran su pelaje? En primer lugar, los humanos no somos los únicos mamíferos casi sin pelo: los delfines, por ejemplo, son capaces de nadar más rápido y sin fricciones en el agua gracias a su piel suave y resbaladiza, los elefantes perdieron el pelaje de sus antepasados mamuts y así pudieron refrescarse más fácilmente y vivir en lugares más cálidos. Los humanos también perdimos nuestro pelaje por la misma razón: este cambio evolutivo nos permitió desplazarnos y colonizar nuevas zonas.
Un equipo de investigadores comparó los códigos genéticos de 62 especies animales, con y sin pelo. Los resultados, publicados en e-life[4], revelan que los «genes del pelo» siguen presentes en nosotros, pero han sido desactivados por la evolución: este descubrimiento es muy útil porque podría ayudarnos en el futuro a encontrar nuevas formas de tratar los problemas de caída del cabello.